18/2/09

San Valentín (Día para olvidar y recordar)

Un día antes del bendito día de los enamorados estuve con D, mi ex. Tuvimos una relación de casi 18 meses. Hace más de un año que terminamos. La relación post enamorados no era neutral. Habíamos tenido más de un acercamiento en tiempos de ex. Razón: querernos demasiado. Pero nos complicamos de todo. Convertimos lo sencillo a lo complejo. Siempre conversábamos lo genial de estar juntos. Y no decidíamos regresar. Ni lo vamos a hacer.

Ese día, luego de hacer compras, regresamos a San Isidro. Eran días de una posible relativa reconciliación. Sólo nos besamos una sola vez. Estaba lloviendo y compré cigarrillos. Prendí uno. Era momento de tratar el final. Miraba sus ojos brillosos y no la entendía. No me entendía. No intentar más. Dejarnos. Y terminó todo.



Un día prospero al día del amor, se consumió la relación con D. Cancelado los futuros encuentros como ex pareja con deseos de atenuar errores. Matado la razón de buscarnos para estar juntos. Aniquilar el motivo de remediar el pasado. Habíamos intentado lo suficiente. Quizás, no. Pero, no se dio. Y lo dejo ahí.

Mis amigos habían propuesto planes para celebrar el día de la amistad (y el amor). Pero odio esa festividad tan superficial. Es una fecha que termina siendo un paliativo mentiroso, una venda temporal, una salida sistemática. Pero, la idea tampoco era quedarse en casa. Cerca de las siete de la noche acepté la propuesta de mi pata José Carlos, tan oportuno para incentivarme salir a “sandunguear”, tal como lo dice, y a tomar (aunque ya no lo hace).

Llegué a las nueve a su casa. Luego fuimos en búsqueda de Jonathan para que se nos una. No quería salir. Estaba sin dinero. También con un enorme chupetón en el cuello. Huella que solemos dejar como prueba de pertenencia y marcación. De tanta insistencia, aceptó. Erich nos esperaba en Miraflores con unas amigas.


Camino a Calle de las pizzas me cruce con K, una ex. - ¡Noooo!, ¡Hoy nooo, carajo! – me dije. Ella se dio cuenta que la miraba. Era deber o quizás compromiso acercarme. Lo hice, actuando con naturalidad. Andaba con un pequeño grupo de amigas. Estaba preciosa y verla me trajo muchos recuerdos. Conversamos más de media hora. No decidí quedarme porque Erich nos esperaba y no era adecuado pasarla con ella. Me despedí con un enorme abrazo.

No fue nada oportuno verla. Menos ese día. En dos días había visto a dos pasados, claro; D no lo es tanto. No era justo. Pensé en nuestras locuras. Lo paja que fue haber estado con ella. Lo linda que fue conmigo. Lo tierna que sigue siendo. Quien más me entendía. Lo exacto que encajábamos. La cabeza me daba vueltas. Quería regresar. No lo hice. Era lo mejor.

Andaba pensativo. No tenía por qué habérmela cruzado. Jonathan y José Carlos trataban de encontrar a Erich. Yo, fumando un cigarrillo y sin saber por qué no luché por seguir con ella cuando nunca tuvimos problemas juntos. El motivo, el celoso de su padre.

Erich venía del parque Kennedy. Seguro, andaba recurseándose. Nos esperaba desde hace dos horas. Las chicas no aguantaron festejar su amistad y estaban en un pub.

Caminando en medio de los locales de Calle de las pizzas, para alcanzar a las chicas, no podía ocurrirme algo más. Fue terrible. Me topé con otra ex. – ¡La puta madre!, no paraba de decir. ¡Concha de su madre! ¡No puede estar pasándome esto! ¿Es un plan para cagarme el fin de semana? No entendía nada de lo que me pasaba. Ella estaba con su enamorado. Cruzarnos era inevitable. Pasé por su lado sin dejar de mirarnos. Jonathan la conocía y me dijo:

- Oye, ¿la que pasó no era tu flaca?
- Sí, huevón. Es Viviana, puta madre.
- Asu Chino, saliste ganado !Está bien ah! Pero, pasó abrazada con su flaco.
- Sí… sí. (A mi que me importaba si estaba buenaza, no tenía que encontrármela hoy).
- Bien Chino, un maestro. Muy bonita.
- Puta madre, tío. Qué piña estoy.
- (Riéndose) No jodas. A cualquiera le pasa. ¿Aunque son dos en un día, no?
¡Ah! Ayer también viste a otra.

Obvio, que sus palabras no me tranquilizaron. Las pocas chicas con quienes estuve no podían cruzarse conmigo ese mismo puto día. En dos noches había visto a tres ex. A D (con un triste final pero justo), a la tierna K y ahora a Viviana. Todo en el grandísimo (maldito) día del amor.

Mis amigos me decían de todo. Quería que se pongan en mi lugar. Necesitaba un trago. Antes de ir con las chicas que nos esperaban, decidimos empilarnos. Entramos a un local con pinta carioca y pedimos la carta. José Carlos, no pidió nada. Erich y yo, un “bomberito”. Para Jonathan, la “pinga” (nombre del trago). Estaban fortísimos. No pedimos nada más porque era hora de chelear y bailar.

Algo más entusiasmado con mis amigos entramos a Pizzotton. Estábamos ahora con Katy, Beli, Greta y Cest. Congenié con Beli. Una chica directa, encantadora y atractiva. Empezamos ambos a “conocernos” y sabía que la noche cambiaría con ella. Y la cambió por completo…

5/2/09

¿Con promiso o sin promiso?

La primera vez que la vi, me pareció terriblemente hermosa. Fue en una reunión de una amiga que vive a cuadras de mi casa. Nos presentaron e intercambiamos miradas. No pensé que le podía parecer. Cruzamos pocas palabras. No le pedí su número. Al termino de la reunión sabía que había (habíamos) perdido.

Fue después de dos meses cuando me sorprendió. Era mi celular que me avisaba por un sms. Era ella, Viviana. Ni idea de a quién le había pedido mi número. En el texto me preguntaba qué planes tenía para el fin de semana. Luego de leerlo, la llamé y quedamos para salir el sábado que venía. Para ese entonces había terminado una relación corta hace cuatro meses.

El día de la cita fui a recogerla. Antes de que llegara a su casa, me estaba esperando en su puerta con una sonrisa radiante. Insólitamente no hubo el beso correspondiente de saludo y salimos de su calle. Fuimos a Miraflores. Encontramos un lugar ideal donde platicar y tomar cerveza.

Verla, era perderme en su mirada. Cada gesto encantador que hacía, me atraía más. Me gustó desde que la conocí y, ahora estaba cerca de mí. Me prendía un cigarro y lo terminaba en un instante. Tenía ganas de besarla. No sabía si decirle. Pensé que rebotaría. Nunca se lo había pedido a ninguna chica.

Nos mostrábamos tal como aparentábamos. Sin caretas. El tema de conversación estaba en su mejor momento y la estábamos pasando genial. El beso que rondaba dentro de mí, aún no llegaba.

En un momento, que todavía recuerdo, sentí que era el instante. Me acerqué y ella también. Fue suave, quizás el más tierno de todos. Fue ese beso el indicador que nos llevó a tratar sobre lo que se tenía que hacer ahora, en adelante. Conocernos más o dejarlo ahí.

Me hizo recordar a D, que después de besarnos al salir de la reunión por la despedida de una amiga, nos sentamos en la vereda a tratar qué es lo que pasaría. Luego de dos semanas decidimos ser enamorados.

Con Viviana, aún mantengo una gran amistad que simboliza el cariño que nos tenemos después de lo hecho luego de nuestro primer contacto. Las salidas constantes que tuvimos y el afán que no fue sólo un agarre, es sinónimo que ambos no lo hicimos por hacer.

Y, es que, ¿cuándo uno debe de decidir si lo que se hace es sólo por el momento o seguir para ver qué pasará? ¿Será algo más que sexo lo que hicimos o sólo es un choque y fuga? ¿Qué compromiso me llevará después de hacer algo? No sólo es cuestión de decidir después de haberlo hecho sino preguntarse por qué se hizo.