9/10/09

Llegamos a un acuerdo común

Faltando dos días para que sean un par los meses que no escribo, debí sentirme bastante confuso y atascado en un hoyo del cual quise salir.

Pero no era una chica cualquiera quien estuvo cerca de mí en estos meses que pasaron. Era a quien yo amé con todo mi ser. Erás tú, D. La niña de mis ojos. ¡Te adoraba chata! Quisiera pedirle explicaciones a mis sentimientos, pero no me los da. Por más que insisto repreguntándome, las respuestas nunca llegan. Solo mi razón me indica que no puedo quererte como antes, como quieres. Ahora imagino que no debes creerme nada. Ni lo que como. Es que, me lo gané. Debes sentirse totalmente decepcionada, al igual que yo de ti. Pero la diferencia es que yo actué para lograr que sientas odio. Era necesario que te alejes. Tú sabes que no soy para ti.

Hoy hubieramos cumplido un mes. Un mes de recobrar todo ese tiempo perdido. Todo ese tiempo que yo adoraba regresar contigo. Pero no. Nunca quisiste. Me pintaste con colores que no existen y, nunca te reclamé nada. Hiciste sentir que ese amor que sentía por ti, no te lo merecías. Que era solo un juego donde gana el más fuerte.

Y si amor sentiste por mi, nunca hubiéramos terminado. Nunca. Ni hubieras pensado armar una relación con alguien. Ni de curiosidad. Porque amar es guardarse para alguien.

Te conosco más de cuatro años. Por qué permitiste tanta huevada. Que ensucien lo que andabamos haciendo. Solo cuestiónate. No te reprocho. Siempre te hice ver cada cosa, que hoy te diste cuenta, pero para mi es tarde.

Tanto imbécil que te hace creer ser tu amigo. Y cuando tarde reaccionas por todo el tiempo en escucharlo, sólo ganaste pasos de alejamientos hacia mi. Cúantos pasos ganaste. Te alejaste kilómetros. Tantos que nunca pudiste alcanzarme por más que intentaste.

De algo que no olvidaré de ti, es tu arrepentimiento. Por eso no dudé en pedir que volviéramos. Amé todo ese tiempo que andé contigo. Me encanta andar contigo. Eres más que mi mitad. Y de tu valor para vencer ese orgullo que quise derrocar. Aprendí a cuestionarme más. De lo cruel que fui. De lo tan humano que soy. Que fuiste más que una idiota por confundirte tanto, que esa inestabilidad te hizo perderme. Pero que sin eso, no hubieras recobrado vida a tu corazón. Porque tu corazón latía a mil cuando me veías.

Y si ahora no cruzamos miradas, pasos ni palabras es porque no existe nada. Hicimos que todo desaparezca. Y a mí me duele el alma. Hoy estuve pensando tanto en ti. En lo cobarde que eres. En lo idiota que soy. Porque a pesar de todo es sentimiento único que no sentiremos por nadie, no luchamos por continuar, porque lo mejor estaba por venir.

Nueve, del nueve del nueve. Cómo no recordar. Como también la primera vez que te besé. La primera vez cuando fuiste mía. Cuando te dije para ser más que enamorados.