24/7/09

¿Subo a la combi para ir?

Estoy complicándome de algo que para ustedes puede ser más que sencillo. Hoy es cumpleaños de “D”, mi ex. A quien he dedicado varias líneas en algunos post anteriores. Hace 15 minutos que acabo de mandarle un mensaje de texto saludándola. Sí, un simple mensaje de texto. ¿Llamarla?, no lo sé. Ayer lo hice cuando se encontraba haciendo compras en Miraflores. Lo hice porque despiadadamente - sin avisar - me vino la melancolía y sentí que la extrañaba más que nunca. Y es lo que trato de responderme, el por qué sentí esa gran nostalgia.

Habiendo aclarado todo hace unos días, el decir “no” me hizo sentir el peso de la culpabilidad, y a la vez, de la sinceridad. Por otro lado, la decisión fue para no hacer más daño a futuro fomentando - paradójicamente - ilusiones. Siendo ella una mujer especial, con quien haría y daría todo, cuando se toma una decisión debería (debe) ser irrevocable. No fue fácil decidir. Nada.

Hace casi un mes que fue mi cumpleaños. Para esas fechas le había dado vagas ideas de que no me sentía decidido para regresar con ella. Pero, sí sabía que di a entender mi negación para volver. El mes pasado, sorpresivamente llegó a mi casa con un regalo y, se quedó celebrando mi onomástico hasta el día siguiente. Esa noche sin ella no hubiera sido la misma.

Ahora (parece) me toca hacerlo. Aún es temprano, y no sé quehacer. Ir o quedarme aquí sentado frente a la PC complicándome taradamente. No quisiera arruinar este día. Tú día.

¿Qué debe hacer un ex para un día como hoy? ¿Me complico, no?

19/7/09

Había pasado toda la tarde con “D”. Ella me propuso - en pocas palabras a través de su llamada – una cita y sin opción de rechazo. Nuestra relación había terminado hace muchos meses. Durante todo el tiempo vínculo post enamorados, habíamos tenido una ligadura de vaivenes. Llenos de acercamientos y alejamientos. Nunca dejamos de querernos. Seducirnos. Buscarnos. Nos distanciábamos por subterfugios que quedan en cada uno. Siempre ocurría algo en D, sus temores de regresar y equivocarnos en lo mismo por más que lo intenté. Pasado todo ese tiempo de miedos por su parte – pues le tomó muchos (demasiados) meses; en este periodo, es ahora ella quién está más decidida que nunca en regresar, y yo, disipado en mi atrevimiento hermético contradictorio. Tomar otro camino.

Es tan difícil de explicar cómo, cuándo y por qué cambian los sentimientos hacia la persona a quién querías con todo tu ser. Cuando dejas de sentir lo mismo. Cuando el afecto no es el de antes, aun cuando sabes que la amas pero no de la misma forma. Cuando te gusta pero no igual, como cuando te traía loco. Quizás sea el tiempo, pero hay otro motivo más el cuál no sé aun. Sería mentirme que cuando aun la veo, mi cuerpo y corazón me reclaman por ella. Pero la razón se apodera de uno. Cuando se empieza a pensar en otra persona. En “A”.

Tengo un sentimiento especial a “A”. Quien conocí poco menos de tres meses. Que me aprisionó desde la primera vez que la vi. El impacto fue tanto que no dudo estar embelesado por ella. Tuvimos una corta relación, esas quien todos llaman salidas, con agarres y algunos fragmentos más. Fue un mes intenso, rápido como me dijo ella. Las intenciones fueron de ambas partes, lo habíamos tomado como lapso de conocernos. Nos cautivábamos profusamente. Pero, faltó algo. Algo que ella ni yo hemos tratado de declarar. Sentados, cerca de su casa, más que decisión suya que mía optamos por dejar de dar pasos hacia delante.

“A” intervino en un momento que nunca esperé. En tiempos que un antiguo amor (“D”) había declinado la pasión que sentía por ella. La ilusión por mantener intacta la burbuja perenne del mutuo amor. Apareció para narcotizarme con su existencia.

Aún, desde ese día disyuntivo, hemos respetado e ir cada uno con lo suyo. A veces pienso en ella pero tampoco trato de corroerme. No ha dejado de gustarme. Aun no he tratado de hacer algo.

Ya poco más de las ocho y de comer algo breve con “D”, me fui a casa. Acostumbrado a no hacer planes para un fin de semana, pensé que me quedaría viendo algún programa. Eran cerca de las nueve y suena mi móvil. Era José Carlos (El Pitbull).
- Háblame…
- Oe, estoy acá en mi jato con Daniel y Paul… bajamos a tu jato en un toque.
Antes de que le diga cómo es la nota, colgó.

Llegaron cuando aun estaba bañándome. No les hice esperar más de la cuenta. Me puse una camisa - que parece que fuera la misma porque la mayoría son negras – y, salí a la sala donde estaban esperándome.

Les dije que Luis (Fumón) tenía un tonazo en Los Olivos. Que podíamos ir y que ese era el point. Que unas amigas que trabajaban con él, en Monterrico, también irían. Que a pesar de que era lejos, valía la pena. Lo pensaron. Salimos de mi casa.

Camino a casa de Luis, Pitbull suelta un chiste:
- Había un cojito que se fue a un zoológico pe… y que de pronto, se escapa un león de su jaula. Entonces la gente empezó a correr… La gente taba que corría pa todos lados. Y el cojito taba que se quedaba atrás… Entonces una viejita a ver que el cojito se quedaba atrás, empezó a gritar: ¡el cojoo!, ¡el cojooo! Entonces el cojo dice: ¡calla vieja de mierda y deja que el león escoja!
Nos cagamos de risa.

Luis salió de su casa con gorra, casaca adidas y zapatillas negras nike – precisas para una tarde de pichanguita. Le contamos acerca de los planes que habíamos estado pensando. Que podíamos ir a un bar – ya que éramos solo hombres – para emborracharnos, ir a Miraflores y caer en alguna discoteca – sobretodo Producto Peruano por la barra libre -, o por último; ir a cualquier discoteca de la av. De la Marina ya que estábamos a 10 minutos del lugar. Y decidieron por la última opción desterrando todas las demás, incluso cancelando a las chicas que nos esperarían en Los Olivos.

Yo no quería ir a esas discos de San Miguel. No me gustan. Pequeños y sin gracia. Pero estaba con mis brothers, y con ellos para todos lados. El taxi nos cobró cinco lucas y bajamos frente al Tequila Rock.

El experimentado Pitbull – acostumbrado a bajar a esos lares – empezó a pulsear. De aquí para allá. Que en esa (disco) no hay buenas flacas. Que ahí la vez pasada se quedó hasta las seis. Que ahí el dueño lo conoce y que podemos entrar gratis. Que ahí la jarra está dos por 30. Hasta que decidieron por Lukumbé.

Dentro de la disco me sentí perdido. Como siempre suelo quedarme cada vez que entro a una. Más que tonear, me dedico a observar. Chicas solas por ahí esperando que un muchacho le invite un trago. Chicos (buitres) echándole vista a su presa. Formas de zapatear. Ridículos pasos en la pista que suele hacer el cuerpo. Chicas que vienen de a cinco para tomar y bailar entre ellas. Posturas que adoptan la gente por efecto de las luces y el alcohol. Actuaciones que la mayoría hace. Me sirvo un vaso de chela a la mitad del vaso, salud.

Daniel y El Pitbull ya estaban bailando con dos féminas que conocieron en un 2 x 3. Les hacían reír como si fuera algo tan sencillo. Una vueltita. Otra más. Te susurro al oído. Te saco tu fono. Siéntete en confianza. Nos conocemos desde hace mucho. Trato de robarte un beso. Así son ellos.

- Vámonos muchachos que me cagó de sueño. He hecho dos turnos y ya me jalo, quiero jatear; dice Luis.
- Ah ya ps… pero primero una bajada porque me cago de hambre; interviene Daniel.
- Ya fue entonces, otro día será (como si me hubiera gustado estar en esa disco), digo.

Caminamos hasta Sucre. Creo que la garganta se nos había secado de tanto conversar durante el camino y reírnos de las pavadas que hablábamos. Quedamos en comprar unas latas antes de llegar a Bolívar.

En la tienda pedimos tres six pack. Como era el único que fumaba, compre cigarrillos. A dos cuadras nos esperaba tres sangucherías. Optamos por entrar a “de Mamey!”. Como Luis se había pedido una hamburguesa, pedimos dos salchipapas grandes para picar entre los cuatro.

Era una competencia. Todos enfocados a acabarse primero el hot dog. Que tráete el ají o fíjate la cartilla haber si nos pedimos otra cosa – todo para aprovechar y comer más -. Hasta que todo la gracia se nos fue. Encontramos una cucaracha al fondo del plato descartable y pegada a una papa frita.

- ¡Asu brother que fea nota! – Luis.
- ¡Aaala mierda que asco! – Yo.
- ¡Voltéate que buitreo en tu cara! – Paul.
- ¡Ahora ahitá pe, a quién se le ocurrió pa comer salchipapa! – Pitbull.
- ¡Ahorita llamo a la policía! – Daniel.

Pero, lo más desconcertante de la noche, fue que sin ascos Daniel le metió tenedor a una papa que estaba al costado de la cucaracha y se lo metió a la boca. Se nos fue lo picados que estábamos. Reclamamos sin hacer nada de chacota. Nos devolvieron el dinero. Sabíamos que las latas nos quedarían cortas. Ya pensaba en el ron…


(1) Luces

(2) De izq. a der. Karen, Carito, “Daniel”, Darwin, “Pitbull”, “Paul”, “Fumón” y Jason.

(3) Luis tragando en Sucre

(4) Tono "Fin de Ciclo USIL". Aura - Julio 2009.

(5) Salchipapón

(6) Salchipapón con sorpresa.

(7) Cheleando.