9/10/09

Llegamos a un acuerdo común

Faltando dos días para que sean un par los meses que no escribo, debí sentirme bastante confuso y atascado en un hoyo del cual quise salir.

Pero no era una chica cualquiera quien estuvo cerca de mí en estos meses que pasaron. Era a quien yo amé con todo mi ser. Erás tú, D. La niña de mis ojos. ¡Te adoraba chata! Quisiera pedirle explicaciones a mis sentimientos, pero no me los da. Por más que insisto repreguntándome, las respuestas nunca llegan. Solo mi razón me indica que no puedo quererte como antes, como quieres. Ahora imagino que no debes creerme nada. Ni lo que como. Es que, me lo gané. Debes sentirse totalmente decepcionada, al igual que yo de ti. Pero la diferencia es que yo actué para lograr que sientas odio. Era necesario que te alejes. Tú sabes que no soy para ti.

Hoy hubieramos cumplido un mes. Un mes de recobrar todo ese tiempo perdido. Todo ese tiempo que yo adoraba regresar contigo. Pero no. Nunca quisiste. Me pintaste con colores que no existen y, nunca te reclamé nada. Hiciste sentir que ese amor que sentía por ti, no te lo merecías. Que era solo un juego donde gana el más fuerte.

Y si amor sentiste por mi, nunca hubiéramos terminado. Nunca. Ni hubieras pensado armar una relación con alguien. Ni de curiosidad. Porque amar es guardarse para alguien.

Te conosco más de cuatro años. Por qué permitiste tanta huevada. Que ensucien lo que andabamos haciendo. Solo cuestiónate. No te reprocho. Siempre te hice ver cada cosa, que hoy te diste cuenta, pero para mi es tarde.

Tanto imbécil que te hace creer ser tu amigo. Y cuando tarde reaccionas por todo el tiempo en escucharlo, sólo ganaste pasos de alejamientos hacia mi. Cúantos pasos ganaste. Te alejaste kilómetros. Tantos que nunca pudiste alcanzarme por más que intentaste.

De algo que no olvidaré de ti, es tu arrepentimiento. Por eso no dudé en pedir que volviéramos. Amé todo ese tiempo que andé contigo. Me encanta andar contigo. Eres más que mi mitad. Y de tu valor para vencer ese orgullo que quise derrocar. Aprendí a cuestionarme más. De lo cruel que fui. De lo tan humano que soy. Que fuiste más que una idiota por confundirte tanto, que esa inestabilidad te hizo perderme. Pero que sin eso, no hubieras recobrado vida a tu corazón. Porque tu corazón latía a mil cuando me veías.

Y si ahora no cruzamos miradas, pasos ni palabras es porque no existe nada. Hicimos que todo desaparezca. Y a mí me duele el alma. Hoy estuve pensando tanto en ti. En lo cobarde que eres. En lo idiota que soy. Porque a pesar de todo es sentimiento único que no sentiremos por nadie, no luchamos por continuar, porque lo mejor estaba por venir.

Nueve, del nueve del nueve. Cómo no recordar. Como también la primera vez que te besé. La primera vez cuando fuiste mía. Cuando te dije para ser más que enamorados.

11/8/09

Tiempo de vernos (II)

Pensé llegar a café “La Máquina” en Alcanfores pero nos perdimos. Ya había ido varias veces allí por diferentes rutas, pero esta vez no supe como llegar. Le hice caminar demás. En cada esquina me preguntaba, con esa voz cándida que tanto me gusta, si estábamos cerca. Sí lo estábamos pero el enredo de calles y joyerías me atarantaron. Si que fue un pequeño tropiezo. La angustia.

Sin modo de encontrar aquel local, me propuso buscar algún café del Kennedy. Llegamos a uno donde las mesitas están cerca a la vereda, con toldo y lámpara de vela en cada tablerito. Un lugar de poca iluminación y tranquilo.

Para mi un café, y ella un jugo helado. Prendo un cigarro y la miro. Me sonríe. Hermosa como la luna. Vital verla. Imprescindible quererla. Me encantó desde la primera vez que nos vimos. Y ahora, estaba otra vez conmigo de manera diferente como una amiga y, no como la chica a quien abrazaba al caminar, a quien besaba con fervor.

Tomaba su juguito risueñamente. Jugaba con la cañita. Yo prendía un cigarro más. Aun no hablábamos de nosotros. Solo de estudios, música, planes y bla bla bla… La miraba fijamente. Mis ojos le decían que la extrañaba. Se ponía rojita. Tiernamente nerviosa. Y le pregunté lo que me dijo, eso de “es raro verte”.

Cogió la envoltura de la cañita. Jugaba con él. Miraba como jugaba. Aún más nerviosita. Y me dijo: “es que te veo como… como el chico con quien salía y por eso me es raro verte. Así. Ahora”. Además agregó que todo había sido muy rápido. Intenso. No pensó hacer todo lo hecho conmigo.

Entendí su lenguaje. Sus palabras. No le dije que aun me importaba. Que había pensado mucho en ella. Que estoy feliz por haberla conocido. Que aunque la primera vez que nos vimos no cruzamos palabras, habíamos dejado estigmas de que nos necesitábamos. Que ese segundo encuentro en Onuba fue porque destinábamos a reencontrarnos lo más pronto posible. Que nunca estuve tan nervioso de besar a una chica. Que sus besos son lo más ricos del mundo. Que daría todo de mi por ella. Que la quiero mucho.

Salimos del café. Prendimos esta vez un cigarro cada uno. Ella quería unos alfajores. Probé un par. Caminamos un poco. Nos sentamos cerca donde señores jugaban ajedrez. Pusimos un poco de música de mi celular. El frío era intenso. Me pidió caminar. Compré más cigarros. Le había dicho que fume solo uno. Fumó cinco. Luego, la acompañé a Larcomar. Su amiga la esperaba.

Yo espero verte otra vez.

3/8/09

Tiempo de vernos (I)

No sabía que aun dormía. Escuché su voz tenue, de recién despertarse. Sin querer interrumpí sus sueños siendo casi mediodía. Sentí nervios cuando contestó el celular. Más un poco de culpa cuando me dijo que la había despertado. Pedí disculpas del caso. Ella, como siempre tan dulce, con esa voz frágil y enigmática dijo que no era nada. Sentí menos culpabilidad. A nadie le agradaría que le quiten el sueño.

Tenía que recoger una constancia en la universidad ese día en la tarde y luego, pensé visitar a “A”. Eran exactamente dos meses que no sabíamos nada de nosotros. Aunque nos habíamos cruzado un par de veces. Algo rápido. Cuando fui a su casa para tomar con su primo, y la otra dejarle el disco de Gaia que me había prestado.

Le hice saber que en la tarde estaría en la facultad, cerca de su casa, y que podía verla después. Se quedó callada. Yo también. ¿Qué le podía decir ante su silencio? El sigilo aumentaba. Pensaba en lo torpe que había sido por la forma de habérselo dicho. Aún no decía nada. Calculé cerca de 10 segundos. Demasiado. Asfixiaban. Excesivos para una respuesta de dos alternativas. Si o no. Y dijo: “es raro verte”.

Esas tres palabras me dejaron atónito. ¿Qué significarían esas palabras para ella? ¿Qué me querría decir con eso? Pensé en quizás una nueva forma leve de decir; no te quiero ver. Un “no” más suavecito. Sin tanto dolor. Con menos roche. Menos arroz. Después de esas palabras, intercambiamos unas cuántas más sin sentido y que no recuerdo. Un “me llamas luego” fue lo último. Colgué.

Cerca de las cinco, en Surquillo, marqué nuevamente su número. Me dijo que estaba lista, que podía ir por ella.

A pasos de su casa, empecé a timbrar su celular. Modo que habíamos acostumbrado desde nuestras primeras salidas. Y llegó desde la derecha, de rojo. Venía de la tiendita del lado. Se acercó. Me saludó. Me miró como siempre. Como la primera vez. De la misma forma cuando me dijo que le gustaba. La manera más sencilla para cautivarme. Me pidió unos minutos. Tiempo para entrar a su casa, ponerse una chaqueta más abrigadora.
En camino a Miraflores, sentí la sensación de ese “dar un tiempo” que a veces se piden las parejitas para poner en orden sus sentimientos. Ella no me lo había pedido – me dio a entender lo que quería para nosotros – pero conscientemente por ambas partes nos los habíamos dado. A mi parecer, en 60 días sin haber hecho nada por los dos y cada uno por su lado, ese “tiempo” había servido para darme cuenta si fue una mera ilusión empezar una relación que duró poco más de un mes y que quedaba ahí o es con ella con quien quiero andar agarrados de las manos. Dándole mi calor. Protegiéndola. Ir hacia la luz. Al infinito. Andar descalzo.

24/7/09

¿Subo a la combi para ir?

Estoy complicándome de algo que para ustedes puede ser más que sencillo. Hoy es cumpleaños de “D”, mi ex. A quien he dedicado varias líneas en algunos post anteriores. Hace 15 minutos que acabo de mandarle un mensaje de texto saludándola. Sí, un simple mensaje de texto. ¿Llamarla?, no lo sé. Ayer lo hice cuando se encontraba haciendo compras en Miraflores. Lo hice porque despiadadamente - sin avisar - me vino la melancolía y sentí que la extrañaba más que nunca. Y es lo que trato de responderme, el por qué sentí esa gran nostalgia.

Habiendo aclarado todo hace unos días, el decir “no” me hizo sentir el peso de la culpabilidad, y a la vez, de la sinceridad. Por otro lado, la decisión fue para no hacer más daño a futuro fomentando - paradójicamente - ilusiones. Siendo ella una mujer especial, con quien haría y daría todo, cuando se toma una decisión debería (debe) ser irrevocable. No fue fácil decidir. Nada.

Hace casi un mes que fue mi cumpleaños. Para esas fechas le había dado vagas ideas de que no me sentía decidido para regresar con ella. Pero, sí sabía que di a entender mi negación para volver. El mes pasado, sorpresivamente llegó a mi casa con un regalo y, se quedó celebrando mi onomástico hasta el día siguiente. Esa noche sin ella no hubiera sido la misma.

Ahora (parece) me toca hacerlo. Aún es temprano, y no sé quehacer. Ir o quedarme aquí sentado frente a la PC complicándome taradamente. No quisiera arruinar este día. Tú día.

¿Qué debe hacer un ex para un día como hoy? ¿Me complico, no?

19/7/09

Había pasado toda la tarde con “D”. Ella me propuso - en pocas palabras a través de su llamada – una cita y sin opción de rechazo. Nuestra relación había terminado hace muchos meses. Durante todo el tiempo vínculo post enamorados, habíamos tenido una ligadura de vaivenes. Llenos de acercamientos y alejamientos. Nunca dejamos de querernos. Seducirnos. Buscarnos. Nos distanciábamos por subterfugios que quedan en cada uno. Siempre ocurría algo en D, sus temores de regresar y equivocarnos en lo mismo por más que lo intenté. Pasado todo ese tiempo de miedos por su parte – pues le tomó muchos (demasiados) meses; en este periodo, es ahora ella quién está más decidida que nunca en regresar, y yo, disipado en mi atrevimiento hermético contradictorio. Tomar otro camino.

Es tan difícil de explicar cómo, cuándo y por qué cambian los sentimientos hacia la persona a quién querías con todo tu ser. Cuando dejas de sentir lo mismo. Cuando el afecto no es el de antes, aun cuando sabes que la amas pero no de la misma forma. Cuando te gusta pero no igual, como cuando te traía loco. Quizás sea el tiempo, pero hay otro motivo más el cuál no sé aun. Sería mentirme que cuando aun la veo, mi cuerpo y corazón me reclaman por ella. Pero la razón se apodera de uno. Cuando se empieza a pensar en otra persona. En “A”.

Tengo un sentimiento especial a “A”. Quien conocí poco menos de tres meses. Que me aprisionó desde la primera vez que la vi. El impacto fue tanto que no dudo estar embelesado por ella. Tuvimos una corta relación, esas quien todos llaman salidas, con agarres y algunos fragmentos más. Fue un mes intenso, rápido como me dijo ella. Las intenciones fueron de ambas partes, lo habíamos tomado como lapso de conocernos. Nos cautivábamos profusamente. Pero, faltó algo. Algo que ella ni yo hemos tratado de declarar. Sentados, cerca de su casa, más que decisión suya que mía optamos por dejar de dar pasos hacia delante.

“A” intervino en un momento que nunca esperé. En tiempos que un antiguo amor (“D”) había declinado la pasión que sentía por ella. La ilusión por mantener intacta la burbuja perenne del mutuo amor. Apareció para narcotizarme con su existencia.

Aún, desde ese día disyuntivo, hemos respetado e ir cada uno con lo suyo. A veces pienso en ella pero tampoco trato de corroerme. No ha dejado de gustarme. Aun no he tratado de hacer algo.

Ya poco más de las ocho y de comer algo breve con “D”, me fui a casa. Acostumbrado a no hacer planes para un fin de semana, pensé que me quedaría viendo algún programa. Eran cerca de las nueve y suena mi móvil. Era José Carlos (El Pitbull).
- Háblame…
- Oe, estoy acá en mi jato con Daniel y Paul… bajamos a tu jato en un toque.
Antes de que le diga cómo es la nota, colgó.

Llegaron cuando aun estaba bañándome. No les hice esperar más de la cuenta. Me puse una camisa - que parece que fuera la misma porque la mayoría son negras – y, salí a la sala donde estaban esperándome.

Les dije que Luis (Fumón) tenía un tonazo en Los Olivos. Que podíamos ir y que ese era el point. Que unas amigas que trabajaban con él, en Monterrico, también irían. Que a pesar de que era lejos, valía la pena. Lo pensaron. Salimos de mi casa.

Camino a casa de Luis, Pitbull suelta un chiste:
- Había un cojito que se fue a un zoológico pe… y que de pronto, se escapa un león de su jaula. Entonces la gente empezó a correr… La gente taba que corría pa todos lados. Y el cojito taba que se quedaba atrás… Entonces una viejita a ver que el cojito se quedaba atrás, empezó a gritar: ¡el cojoo!, ¡el cojooo! Entonces el cojo dice: ¡calla vieja de mierda y deja que el león escoja!
Nos cagamos de risa.

Luis salió de su casa con gorra, casaca adidas y zapatillas negras nike – precisas para una tarde de pichanguita. Le contamos acerca de los planes que habíamos estado pensando. Que podíamos ir a un bar – ya que éramos solo hombres – para emborracharnos, ir a Miraflores y caer en alguna discoteca – sobretodo Producto Peruano por la barra libre -, o por último; ir a cualquier discoteca de la av. De la Marina ya que estábamos a 10 minutos del lugar. Y decidieron por la última opción desterrando todas las demás, incluso cancelando a las chicas que nos esperarían en Los Olivos.

Yo no quería ir a esas discos de San Miguel. No me gustan. Pequeños y sin gracia. Pero estaba con mis brothers, y con ellos para todos lados. El taxi nos cobró cinco lucas y bajamos frente al Tequila Rock.

El experimentado Pitbull – acostumbrado a bajar a esos lares – empezó a pulsear. De aquí para allá. Que en esa (disco) no hay buenas flacas. Que ahí la vez pasada se quedó hasta las seis. Que ahí el dueño lo conoce y que podemos entrar gratis. Que ahí la jarra está dos por 30. Hasta que decidieron por Lukumbé.

Dentro de la disco me sentí perdido. Como siempre suelo quedarme cada vez que entro a una. Más que tonear, me dedico a observar. Chicas solas por ahí esperando que un muchacho le invite un trago. Chicos (buitres) echándole vista a su presa. Formas de zapatear. Ridículos pasos en la pista que suele hacer el cuerpo. Chicas que vienen de a cinco para tomar y bailar entre ellas. Posturas que adoptan la gente por efecto de las luces y el alcohol. Actuaciones que la mayoría hace. Me sirvo un vaso de chela a la mitad del vaso, salud.

Daniel y El Pitbull ya estaban bailando con dos féminas que conocieron en un 2 x 3. Les hacían reír como si fuera algo tan sencillo. Una vueltita. Otra más. Te susurro al oído. Te saco tu fono. Siéntete en confianza. Nos conocemos desde hace mucho. Trato de robarte un beso. Así son ellos.

- Vámonos muchachos que me cagó de sueño. He hecho dos turnos y ya me jalo, quiero jatear; dice Luis.
- Ah ya ps… pero primero una bajada porque me cago de hambre; interviene Daniel.
- Ya fue entonces, otro día será (como si me hubiera gustado estar en esa disco), digo.

Caminamos hasta Sucre. Creo que la garganta se nos había secado de tanto conversar durante el camino y reírnos de las pavadas que hablábamos. Quedamos en comprar unas latas antes de llegar a Bolívar.

En la tienda pedimos tres six pack. Como era el único que fumaba, compre cigarrillos. A dos cuadras nos esperaba tres sangucherías. Optamos por entrar a “de Mamey!”. Como Luis se había pedido una hamburguesa, pedimos dos salchipapas grandes para picar entre los cuatro.

Era una competencia. Todos enfocados a acabarse primero el hot dog. Que tráete el ají o fíjate la cartilla haber si nos pedimos otra cosa – todo para aprovechar y comer más -. Hasta que todo la gracia se nos fue. Encontramos una cucaracha al fondo del plato descartable y pegada a una papa frita.

- ¡Asu brother que fea nota! – Luis.
- ¡Aaala mierda que asco! – Yo.
- ¡Voltéate que buitreo en tu cara! – Paul.
- ¡Ahora ahitá pe, a quién se le ocurrió pa comer salchipapa! – Pitbull.
- ¡Ahorita llamo a la policía! – Daniel.

Pero, lo más desconcertante de la noche, fue que sin ascos Daniel le metió tenedor a una papa que estaba al costado de la cucaracha y se lo metió a la boca. Se nos fue lo picados que estábamos. Reclamamos sin hacer nada de chacota. Nos devolvieron el dinero. Sabíamos que las latas nos quedarían cortas. Ya pensaba en el ron…


(1) Luces

(2) De izq. a der. Karen, Carito, “Daniel”, Darwin, “Pitbull”, “Paul”, “Fumón” y Jason.

(3) Luis tragando en Sucre

(4) Tono "Fin de Ciclo USIL". Aura - Julio 2009.

(5) Salchipapón

(6) Salchipapón con sorpresa.

(7) Cheleando.

13/5/09

Zij alleen

Tenerte es mi delirio,
tocarte, sentirte cerca,
mi muerte.

Dejo que me acaricies,
con tu mirada cerca a la mía,
sintiendo tu respiración

en mi rostro,
tu boca rozando cerca al mío,
jugando a quién es el más fuerte,

quien besa primero;
pierdes, a veces yo.


Andar descalzo
es contigo,
sin mirar atrás,
dejar que todo fluya,
solamente
tú y yo.

26/4/09

!Como debe ser!

Estuve pensando en toda la inocencia que uno pierde cuando deja la niñez. Ese ángel que uno lleva dentro. La aureola que llevamos encima de nuestras cabecitas y que perdemos de a poco.

No sólo, por paso de los años, se pierde la cándida inocencia. También todo sentido de pudor. Claro, en un momento se piensa: ¡nunca haría eso!, ¡ni loco(a)!, ¡jamás de los jamases!, ¡ahí no!; y/o por último una irrefutable expresión de seguridad, ¡nicagando!

Ahora, es ver para creer. Indudablemente lo que se pensaba o sentía antes es cosa del pasado. Es obvio que no divulgaré nombres, así que, amigos (involucrados); pueden leer estas líneas con toda tranquilidad y sentirse identificados (algunos).

Ser "inocentón" pasando los 15, es probable ser el “pavo”, “ganso”, “monja”, “losser” o “monce” entre tus compañeros del colegio. No saber nada de la vida, es cuestión de no tener calle. No haber visto mínimo un par de películas triple x de la grandiosa Selene – básico – es no saber para que más se usa el pipilí. Mantener tu sexo 0 kilómetros es que no estás a la moda. Pero la virginidad, si es un caso aparte que se respeta a cada uno. Aunque es difícil encontrar a alguien que no lo haya hecho.

No tener lugar dónde tener intimidad es razón de varios motivos. Quizás están tan apuraditos con el “encontrón” que, sea donde sea, no importará. Puede ser que aunque se haga chanchita de a dos, no alcance ni para el anhelado hostal de 10 lucas de la av. 28 de Julio. Porque justo se pusieron calentones en el parque y ya no quedaba de otra que bajarse los pantalones y hacerlo de pie al lado del decente arbolito.

Pero eso sí, nadie le quitará esa extrema adrenalina que se siente cuando nada está planificado. Pensar que alguien puede venir y “ampayarlos” es tan excitante que cualquiera lo podría afirmar.

Como lo contó P, “… y me deje llevar, y lo hicimos en el baño de hombres del gimnasio al cual va, fue demasiado rico”; pedir prestado algún lugar de la casa de algún primo sea la hora que sea, en la cama de los padres o algún familiar de ella – qué falta de respeto –, sentaditos en las escaleras del edificio departamental familiar donde cualquiera puede salir, compartir a una misma chica en una noche salvaje y desenfrenada – ¡ojalá se hayan protegido R y C! -, cuando entras al dormitorio de ella a las tres de la mañana y para que la cama no haga ruido se decide hacerlo en el suelo echados encima de una frazada – lo recuerdo -, en el pasaje de la calle entrante donde hay poca luz, ¿o no L? – ¡más arrecho eres! -;en la cocina cuando le propusiste cocinarle con tu enamorada a tu suegra mientras ella hacía la limpieza – eso no se le echa a la sopa M -, y en la playa en pleno luz del día tapados con la toalla quiksilver - ¡te pasaste de pendejo G! -.

17/4/09

Matías

Parado con cuaderno en mano y apretadito en la combi que avanzaba por Javier Prado y a duras penas sosteniéndome, mandé un mensaje de texto a Matías para confirmarle que podía ir a mi casa a las 8:30 p.m.

Y llegó 15 minutos antes de lo acordado. Justo en un momento que devoraba un plato de arroz con pollo. No había almorzado – un hamburguesa, no es digno de llamarse almuerzo- como debía ser por lo apresurado que estuve con mi grupo por hacer un focus group después de clases – improvisado, sea de paso – y moría de hambre. Suena el timbre de mi casa y salgo a ver quién maldito es quien había interrumpido mi “almuerzo-cena”.

Era Matías. Renegué cuando lo escuché decir que saliera de mi casa tal como estaba. Nicagando, - ¡no jodas! – recuerdo haberle dicho. Estaba en media comilona y en fachas. Le hice esperar cerca de 20 minutos – en terminar de comer, asearme y vestirme – y salimos de mi casa.

El camino sería, de mi casa al Británico de Bolívar. Unas 12 cuadras por caminar. Durante la senda no paraba de hablar. De contarme lo mal que se sentía. De las casi dos semanas sin ver a su pareja porque ella se había enojado y no quería verlo. De no saber qué es lo que había entre ellos. De lo indiferente que se mostraba ella.

Me recordó lo que alguna vez sentí. Lo que mínimo alguna vez todos hemos sentido. La maldita incertidumbre de no saber nada de tu pareja y que te sofoca minuto tras minuto. Que ahorca y quita aire. La indiferencia que mata. Que desespera y te hace sobreactuar.

Para esto, él me buscó. Para que lo aconsejara. Para que le diga, de qué manera actuaría si fuera mi caso. Sé que no soy bueno dando consejos, pues experimentado no soy. Pero cada vez que se me ocurre meter mi cucharita cuando se trata de conflictos amorosos, siempre quien me escucha lo hace atentamente. Me da la razón, y si discrepa conmigo, lo hace tajantemente.

Llegamos al Británico y nos detuvimos a pocos pasos de la puerta principal. Ella saldría poco más de las nueve.

Ante la espera, sus ojos estaban rojos. Su rostro lleno de nerviosismo. Exactamente, cara de huevón. Fachada que ponemos los que malditamente se enamoran con el corazón y no con la razón. Quienes son emotivos. De sentimientos (como se dice).

Le metí un floro corto y solemne. Para la ocasión. Digno de un estudiante de comunicaciones. Atreviéndome a darle unos tips como si supiera de las reacciones de su pareja. Que todo estaba en la mente ¡Anda con fuerza! ¡Con fuerza!

Y ella salió con un grupo de a seis. Se despidió de todos y se nos acercó. Me la presentó. Se me ocurrió entablarle una pequeña conversa y hacerle sonreir. Nos reimos los tres brevemente. Era el momento de dejarlos. Sobraba. Me fui.

Dos horas más tarde me llegó un texto al celular: Gracias x todo… t debo una grande

Y es que, los amigos estamos para todo.

8/4/09

Equilibrio

Regresaste en un momento de mi vida en el que puedo retroceder para saltar más lejos. Tengo pocos segundos para pensar. Y respirar. Recuerdo tu silueta antes de descansar. Ahora, cuando soy pasajero de mis pasos.

Se me ocurre que debe llover. Ir. Darte mi abrigo. Abrazarte. Sólo abrazarte, con mis brazos largos y delgados.

Dices que soy el mismo. De quien te enamoraste. Vuelves a decirme “ojitos rasgados”. Me pongo rojo. Tantos recuerdos. Sólo nuestros.

Hablaste poco. Me miraste demasiado. Lo suficiente, para no volvernos.

Hacer todo en sentido contrario. Retar la gravedad. Forzar las leyes. A oscuras y de espaldas caminar. Cogernos de las manos sin tocarnos. Sentir que nunca nos dejamos.

De cerca otra vez. Tan cerca. Entre tú está lo que sentí. Los secretos de tu cuerpo. El desafío que me dejas.

Las dudas. Miradas. Creer. Son tus manos ahora, tu alma, es dejarlo todo por ti. Nunca lo pensé.

Por qué ahora apareces. Por qué. Ahora que improvisaba un mismo camino con ella. Cuando daba pasos junto con alguien que también sabe de mi. A quien me di por mucho tiempo. Con quien he dejado algo pendiente. Y que se desvanece de a poco. Porque está soltándome. Y empiezo otra vez a andar descalzo.

Sólo. Con la puerta abierta. Estaré en mi habitación con la luz apagada.

***************************************************************

Para ti. Con quien compartí parte de mi. Quien recordó mis sueños porque me los dibujó echados mirando el cielo. Porque me alegré estar en tu terraza después de mucho. Porque dejé mi libro en tu casa y no pienso recogerlo. También porque hiciste pasar las horas como si fueran minutos, se hizo tarde y no fui a clase. Porque empezaste a leer este pequeño blog no por obligación. Sino por curiosidad.

31/3/09

inCON100te

Quién te has creído para irte y venir a mi cuántas veces has querido. Para hacerte la difícil cuando yo te necesitaba y la más fácil cuando ya no te buscaba.

¿Quién?

Qué te ocurre maldita sea cuando otros te hacen pensar que eres una diosa cuando no existen dioses y todos sólo quieren de ti para tener con quién jugar y tener placer carnal.

Quién crees que eres tú para siempre hacerme esperar que vas a llamar cuando sabes que no lo harás y te jactas de hacerme esperar… ¡Ah!

¿Quién?

Lo que no sabes es que no espero a que lo hagas. Estoy ocupadísimo y con alguien que lo hace bien.

¡Muy bien!

Por qué luego de haberlo hecho conjuras dentro en silencio que seré sólo para ti cuando sabes que soy un perro. Sí, y de aquellos. Que soy bien caleta y que no te das cuenta de los cachazos que siempre te los he puesto. Que piensas ser una joyita de aquellas, que podrías saber hacerla cuando lo tuyo no tiene comparación a lo mío. Lo que te he hecho y sigo haciendo es peor y aún no lo sabes.

Quién te has creído para seguirle el juego a ese pobre imbécil que no tiene nada que decir. A ese, al anterior, y a aquel. Para qué. Para qué todos te hagan lo mismo. Haber escuchado al pendejo, al resentido, y al sacavueltero. Todos de un mismo saco lleno de pura mierda. Puras mierdas todos y los que se acercarán a ti.

¡Todos!

Por qué te drogas pensando en mi y decides buscarme. Para qué. Para sentirte bien o qué. Para qué luego cuándo estés en lo tuyo te olvides de mi. Así de fácil. Mejor no lo hagas, no seas tan idiota y has tu vida a lo lejos. Si es que puedes.

Qué. Qué te crees por qué te di el alcance un par de veces o te llamo te alucinas. Que ya como de tu mano. Que estoy como perrito detrás de ti. Nada es como debería ser. Todo es negro. Negro. Me oculto en esta careta que tú misma me la pusiste. Y no pienso sacármela. Ni cagando.

¿Qué?

Por qué no dejas de quererme. Por qué no regresas de verdad y te quedas aquí. Por qué me tienes miedo y piensas que te cago la existencia. Que soy lo mejor que te ha pasado y nunca te desprenderás de mi.

Quién te alucinas para besarme a tu antojo. A tu ritmo. Cuando primero me beso contigo y más tarde voy con la otra. Porque sí, sí existe la otra.

Cada vez me importa menos lo que pienses. Me importa mierda lo que pienses de mi. Y un carajo este mundo sin ti.

Estoy algo cansado de ti y sólo tendré más fuerzas si te veo sonreir cada vez que hablo estupideces. Cada vez que te penetro y cierras los ojos porque estoy dentro de ti.

Me duelen menos tus palabras, tus desaires, tus conjeturas, tus desórdenes, todo. Sólo quiero embriagarme en ti, que seas mi droga, mi anestesia cuando te tenga cerca. Ser un egoísta sin pudor, un superficial del mundo.

Ya no puedes hacer nada para dejarme. Tú me adoras y siempre estaré ahí aunque no lo creas. Tú crees en mi y nunca dejarás de hacerlo.

Nunca.

*****

19/3/09

fonoMANÍA

Qué desesperante – puede ser – cuando la llamas, la llamas y no paras de marcar su número y te limitas a escuchar la maldita voz de la contestadora, ¿no? Pero, para quien llamas puede llegar a ser tan irritante preguntando cada cinco a diez minutos como está, con quién, en dónde, hasta qué hora, y demás.

Quién no alguna vez ha reventado el teléfono de su pareja por X motivos. Sea celos, apuros, desconfianza, manía, etc. Todo gracias al pequeño aparato localizador. Es que, antes tenías que tragarte la vergüenza llamando una y otra vez a su casa si no la encontrabas a cada intervalo de tiempo, sea prudente o no. El roche está en las tres o cuatro veces que llamaste por desconfiado.

Desde que el celular se popularizó, los síntomas de marcación han relucido por excelencia. Incluso alcanzando picos de irritabilidad. De no poder más. Un control de tus actos.

Para los maniáticos es un medio de tranquilidad, y a la vez, para los acechados un hartazgo seguro. Un aparatito chiquito te convirtió en un objeto en movimiento 100% ubicable.

Cuando estoy con mis amigos, no falta uno o dos que esté(n) con el celular a la mano o alejándose un poquito del grupo porque lo están llamando (marcando) o va a llamar (marcar). Y, que joda es para todos. Ahora no se puede tener una charla interrumpida con los amigotes porque las enamoradas de éstos empiezan a joder.

En algún momento sé que me he sobrepasado. Ahora, trato de ser prudente, relativamente exacto. Medido. No llegar a ser asfixiante.

Hay preguntas que van en el asunto, -momentos y no para hacerlo- ¿Cuándo es demasiado? ¿Sólo llamar cuando es algo importante? ¿Haberlo hecho tres o cuatro veces al día será asfixiante? ¿Cuánto debe ser? ¿Cuándo una llamada pasa de una muestra de interés al acoso? Decidir… ¿llamar o no llamar?

8/3/09

Novios y después, ¿amigos?

Días después de los inesperados encuentros del 14 de febrero con dos chicas con quienes estuve, me pregunto; ¿se puede ser amigo de alguna ex?

Es bastante raro. Pocos lo logran. Lleva bastante tiempo. Depende mucho la forma como terminó la relación. Que sentimientos se guardan. Que siente ahora el uno por el otro. Si será sana la amistad que puedan propiciarse.


El día que deje de ver con ganas a mi ex, quizás piense que pueda ser su pata. Un amigo con quien pueda compartir todos sus secretos y confiarle los míos. Un aliado de gran magnitud. Quien no sienta golpes en el estómago cuando me cuente lo tanto que ahora le gusta el chico con quien ahora sale. De las cochinaditas que tenga como fantasías y esté dispuesta a hacerlas con otro. De no sentirse en el aire cuando hace su vida sin ti.

Tampoco se trata de las ganas que aún le tienes (se tengan). Sino, como dije antes, la manera como rompieron palitos. Si terminaron de malas, creo que sólo queda esperar que uno de los dos dé su brazo a torcer para una posible reconciliación dibujada con apariencia amical. Si culminaron en una conversación sobria, elocuente, pacifista, con tratados tipo TLC, es lo más adecuado y también confuso que puede ser.

Lo digo por el aspecto que tendrá el vínculo post enamorados. Que pensarás en el momento de reencontrarte con tu pasado, cual motivo fuese, porque quiso que la acompañaras a hacer algo o estudias o trabajas en el mismo lugar. Cómo actuar ante tal situación de verse y reprimirte al mismo tiempo. Y es que, cuando se termina bonito, es probable que uno de los dos esté pensando en una futura reconciliación para volver, el sentido que aún te corresponde quien ya no está más contigo y los oportunos remember.

Sé que no es sencillo dar vuelta a la página pero depende de uno en hacerlo. Me costó en todas las ocasiones. Una más que otra. Cada una con un desenlace distinto. Con diferentes vivencias con la persona tan peculiar que fue. Y creo que cada pasado y persona es especial en tu vida. Para eso importa lo que fue para ti. El lugar donde decidiste situarla dentro de ti y tu corazón.

Es tan difícil decir basta cuando aún te gusta y amas a tu pareja. Uno suele enredarse en el camino imaginario de que todo puede ser como antes. Y vuelve la ilusión de que todo volverá a su normalidad. Por eso, no se duda en filtrarse otra vez con la pareja y tratarse una vez más como si se estuviera. Puede ser un error como no. Quizás ese remember pueda ser lo más correcto en lo posible en configuración como va evolucionando la situación amorosa. Es entre comillas una imaginaria supuesta oportunidad consciente entablada por ambos. Todo dependerá de los dos.



Si ambos, gustándose, extrañándose, deciden ser amigos, ¡qué viva la hipocresía! No es lo más sano. Es equívoco. El proceso más rápido de mandar todo al carajo. Los celos estarán ahí. Es seguir disfrutando de la misma persona y, a la vez, dañarse. El sentido de correspondencia carcomerá a uno más que al otro, y hará creer que esa supuesta amistad es sólo una pantalla temporal, que tienes derecho a todo y de la total posibilidad de retornar como enamorados.

Ese juego se crea mutuamente. Ellos sentirán las consecuencias. Pero no defino a todo como antidemocrático. Es que, no se puede mandar al corazón.

Está claro en mi, que si se siente aún algo (y no sencillamente “algo”, sino incluyendo movida de piso y todo) no se puede hacer amistad. ¿O acaso ustedes creen que sí? Superado todo, en aspecto que sólo la vez con ojos de ternura por lo que fue para ti, el respeto y valoración de lo que hubo entre ambos, dejar atrás el pasado; he ahí una posible amistad.

18/2/09

San Valentín (Día para olvidar y recordar)

Un día antes del bendito día de los enamorados estuve con D, mi ex. Tuvimos una relación de casi 18 meses. Hace más de un año que terminamos. La relación post enamorados no era neutral. Habíamos tenido más de un acercamiento en tiempos de ex. Razón: querernos demasiado. Pero nos complicamos de todo. Convertimos lo sencillo a lo complejo. Siempre conversábamos lo genial de estar juntos. Y no decidíamos regresar. Ni lo vamos a hacer.

Ese día, luego de hacer compras, regresamos a San Isidro. Eran días de una posible relativa reconciliación. Sólo nos besamos una sola vez. Estaba lloviendo y compré cigarrillos. Prendí uno. Era momento de tratar el final. Miraba sus ojos brillosos y no la entendía. No me entendía. No intentar más. Dejarnos. Y terminó todo.



Un día prospero al día del amor, se consumió la relación con D. Cancelado los futuros encuentros como ex pareja con deseos de atenuar errores. Matado la razón de buscarnos para estar juntos. Aniquilar el motivo de remediar el pasado. Habíamos intentado lo suficiente. Quizás, no. Pero, no se dio. Y lo dejo ahí.

Mis amigos habían propuesto planes para celebrar el día de la amistad (y el amor). Pero odio esa festividad tan superficial. Es una fecha que termina siendo un paliativo mentiroso, una venda temporal, una salida sistemática. Pero, la idea tampoco era quedarse en casa. Cerca de las siete de la noche acepté la propuesta de mi pata José Carlos, tan oportuno para incentivarme salir a “sandunguear”, tal como lo dice, y a tomar (aunque ya no lo hace).

Llegué a las nueve a su casa. Luego fuimos en búsqueda de Jonathan para que se nos una. No quería salir. Estaba sin dinero. También con un enorme chupetón en el cuello. Huella que solemos dejar como prueba de pertenencia y marcación. De tanta insistencia, aceptó. Erich nos esperaba en Miraflores con unas amigas.


Camino a Calle de las pizzas me cruce con K, una ex. - ¡Noooo!, ¡Hoy nooo, carajo! – me dije. Ella se dio cuenta que la miraba. Era deber o quizás compromiso acercarme. Lo hice, actuando con naturalidad. Andaba con un pequeño grupo de amigas. Estaba preciosa y verla me trajo muchos recuerdos. Conversamos más de media hora. No decidí quedarme porque Erich nos esperaba y no era adecuado pasarla con ella. Me despedí con un enorme abrazo.

No fue nada oportuno verla. Menos ese día. En dos días había visto a dos pasados, claro; D no lo es tanto. No era justo. Pensé en nuestras locuras. Lo paja que fue haber estado con ella. Lo linda que fue conmigo. Lo tierna que sigue siendo. Quien más me entendía. Lo exacto que encajábamos. La cabeza me daba vueltas. Quería regresar. No lo hice. Era lo mejor.

Andaba pensativo. No tenía por qué habérmela cruzado. Jonathan y José Carlos trataban de encontrar a Erich. Yo, fumando un cigarrillo y sin saber por qué no luché por seguir con ella cuando nunca tuvimos problemas juntos. El motivo, el celoso de su padre.

Erich venía del parque Kennedy. Seguro, andaba recurseándose. Nos esperaba desde hace dos horas. Las chicas no aguantaron festejar su amistad y estaban en un pub.

Caminando en medio de los locales de Calle de las pizzas, para alcanzar a las chicas, no podía ocurrirme algo más. Fue terrible. Me topé con otra ex. – ¡La puta madre!, no paraba de decir. ¡Concha de su madre! ¡No puede estar pasándome esto! ¿Es un plan para cagarme el fin de semana? No entendía nada de lo que me pasaba. Ella estaba con su enamorado. Cruzarnos era inevitable. Pasé por su lado sin dejar de mirarnos. Jonathan la conocía y me dijo:

- Oye, ¿la que pasó no era tu flaca?
- Sí, huevón. Es Viviana, puta madre.
- Asu Chino, saliste ganado !Está bien ah! Pero, pasó abrazada con su flaco.
- Sí… sí. (A mi que me importaba si estaba buenaza, no tenía que encontrármela hoy).
- Bien Chino, un maestro. Muy bonita.
- Puta madre, tío. Qué piña estoy.
- (Riéndose) No jodas. A cualquiera le pasa. ¿Aunque son dos en un día, no?
¡Ah! Ayer también viste a otra.

Obvio, que sus palabras no me tranquilizaron. Las pocas chicas con quienes estuve no podían cruzarse conmigo ese mismo puto día. En dos noches había visto a tres ex. A D (con un triste final pero justo), a la tierna K y ahora a Viviana. Todo en el grandísimo (maldito) día del amor.

Mis amigos me decían de todo. Quería que se pongan en mi lugar. Necesitaba un trago. Antes de ir con las chicas que nos esperaban, decidimos empilarnos. Entramos a un local con pinta carioca y pedimos la carta. José Carlos, no pidió nada. Erich y yo, un “bomberito”. Para Jonathan, la “pinga” (nombre del trago). Estaban fortísimos. No pedimos nada más porque era hora de chelear y bailar.

Algo más entusiasmado con mis amigos entramos a Pizzotton. Estábamos ahora con Katy, Beli, Greta y Cest. Congenié con Beli. Una chica directa, encantadora y atractiva. Empezamos ambos a “conocernos” y sabía que la noche cambiaría con ella. Y la cambió por completo…

5/2/09

¿Con promiso o sin promiso?

La primera vez que la vi, me pareció terriblemente hermosa. Fue en una reunión de una amiga que vive a cuadras de mi casa. Nos presentaron e intercambiamos miradas. No pensé que le podía parecer. Cruzamos pocas palabras. No le pedí su número. Al termino de la reunión sabía que había (habíamos) perdido.

Fue después de dos meses cuando me sorprendió. Era mi celular que me avisaba por un sms. Era ella, Viviana. Ni idea de a quién le había pedido mi número. En el texto me preguntaba qué planes tenía para el fin de semana. Luego de leerlo, la llamé y quedamos para salir el sábado que venía. Para ese entonces había terminado una relación corta hace cuatro meses.

El día de la cita fui a recogerla. Antes de que llegara a su casa, me estaba esperando en su puerta con una sonrisa radiante. Insólitamente no hubo el beso correspondiente de saludo y salimos de su calle. Fuimos a Miraflores. Encontramos un lugar ideal donde platicar y tomar cerveza.

Verla, era perderme en su mirada. Cada gesto encantador que hacía, me atraía más. Me gustó desde que la conocí y, ahora estaba cerca de mí. Me prendía un cigarro y lo terminaba en un instante. Tenía ganas de besarla. No sabía si decirle. Pensé que rebotaría. Nunca se lo había pedido a ninguna chica.

Nos mostrábamos tal como aparentábamos. Sin caretas. El tema de conversación estaba en su mejor momento y la estábamos pasando genial. El beso que rondaba dentro de mí, aún no llegaba.

En un momento, que todavía recuerdo, sentí que era el instante. Me acerqué y ella también. Fue suave, quizás el más tierno de todos. Fue ese beso el indicador que nos llevó a tratar sobre lo que se tenía que hacer ahora, en adelante. Conocernos más o dejarlo ahí.

Me hizo recordar a D, que después de besarnos al salir de la reunión por la despedida de una amiga, nos sentamos en la vereda a tratar qué es lo que pasaría. Luego de dos semanas decidimos ser enamorados.

Con Viviana, aún mantengo una gran amistad que simboliza el cariño que nos tenemos después de lo hecho luego de nuestro primer contacto. Las salidas constantes que tuvimos y el afán que no fue sólo un agarre, es sinónimo que ambos no lo hicimos por hacer.

Y, es que, ¿cuándo uno debe de decidir si lo que se hace es sólo por el momento o seguir para ver qué pasará? ¿Será algo más que sexo lo que hicimos o sólo es un choque y fuga? ¿Qué compromiso me llevará después de hacer algo? No sólo es cuestión de decidir después de haberlo hecho sino preguntarse por qué se hizo.

26/1/09

Efecto alcohol

¡Salud!. Típica palabra llena de furor de alguna voz delirante que muestra amistad, de placer cuando estás a punto de tomar cebada alcoholizada del vaso que pasa por toda la ronda a la cual perteneces. Y, es que, esta riquísima bebida desde siempre se consagró como complemento para dar amenidad a todo tipo reunión, para acompañar tu dicha de estar o no feliz, de beberla en cual lugar estés; desde una discoteca exclusiva de la capital o alguna pollada de tu barrio realizada para recaudar fondos.

¡Un par más a la mesa!. Y así sucesivamente vendrán de dos en dos a petición de tus amigotes y habrán más aún cuando se empiecen a sazonar. Las cervezas no tienen cuando acabar. Las horas transcurren en un cerrar de ojos y tú disfrutas del momento. Entras más en confianza con gente que recién conoces y seguirás bebiendo porque la noche es larga.

El beber más de la cuenta nos causa más de una situación. Nos hace comportar de mil formas. El equilibrio pierde estabilidad. Ves doble. Ahora eres cómico ambulante y te ríes de cualquier sonsera. He aquí algunos de los comportamientos más comunes que pasé y pude observar:

1. Te alucinas superman. Es que ahora te acuerdas que tienes súper poderes y que vienes del planeta Kriptón cuando eras recién nacido. No te faltan motivos para mostrar tu fuerza sobrenatural y estás en busca de tu adversario para pelear por el título pesado de la WWF.

2. La melancolía te acecha. Ahora te acuerdas de alguna ex y más aún si acabas de romper hace poco. Te dan ganas de llamarla y mueres por escuchar su voz. Te olvidas por completo que son más de las cuatro de la mañana, que está descansando y tú apunto de marcar su número.

3. Se le moja la canoa. A pasado que con varios vasos demás tu amigo ya no quiere ser tu amigo sino tu amiga. Los tragos rondan por su cabeza y ya no se llama Rodrigo sino Carlita. Espero que no tengan uno en su círculo.

4. A gastar que el mundo se va a acabar. Te olvidas cuanto dinero llevas o cuanto tienes en la tarjeta y como estás feliz (por el alcohol), eres tú el sponsor de todo el mundo y auspicias a quien tengas enfrente con los tragos. Si sólo te queda un sol para tu pasaje también la pones, que más falta si para la chancha todo vale.

5. Te computas piloto Fórmula 1. Ya meteoro es un chancay de a veinte. Ahora la Vía Expresa es tu circuito mismo nivel de las competencias de Alemania. Nadie te puede pasar porque le metes Nitro y encima cuando lo pasas lo saludas con un "te pasé conchatumadre".

6. Eres amigo de todos. Encima que te has colado en la fiesta sin conocer a la dueña de la casa ya alucinas ser amigo quien se te cruce por tu bendito camino. Tú ya conoces a todo el mundo y como eres de confianza pasas a la cocina a ver que hay en la refrigeradora para amanerar la bajada.

7. El introvertido se vuelve extrovertido o el feo ahora es guapo. La timidez hay que dejarlo de lado, ahora eres bien chévere y hasta chistes se te ocurre contar. Quién te ha engañado que la cerveza te vuelve bonito y que por tomarte una caja con dos patas el cacharro se te va a cambiar y ahora quieres ser un Don Juan.

Me pregunto cuántas tonterías habré hecho cuando se me han pasado los vasos o qué es lo que habrás hecho cuando pensabas que lo que tomabas era Gatorade. Lo que si recuerdo es un viaje de promoción hace cuatro años, cuando oriné caminando en la Plaza de Armas del Cusco escuchando las carcajadas de mis amigos y que al llegar al hotel donde nos alojábamos se nos ocurre saltar en la cama y dando brincos hice un agujero en el techo con mi cabeza. Debería hacerme una radiografía.

(1) Tomada por mi.

(2) José Carlos (Pitbull) y yo.

(3) De izq. a der. Yo, Horacio, Ricardo, Roni, Daniel y Jonathan. Cusco - Perú.

20/1/09

Con los amigos, aunque te caiga el guante

Eran cerca de las diez de las noche, faltaba sólo uno para estar completos y salir a una discoteca de Miraflores por cumpleaños de una querida amiga. Pasaban los minutos y no llegaba. Para dejar de mirarnos las caras de asados por la demora, fui al congelador y eché en tres vasos un par de hielos en cada uno. El ron que serviría debía topar el vaso. Ya lleno, sólo era cosa de empinar el codo y todo el trago adentro. Repetimos tres veces la sesión y el estómago nos ardía. Ya calientes nuestros cuerpos, llegó Paul, quien faltaba y salimos a tomar taxi.


En la discoteca, como tipos solteros, las miradas desbordan por lugar que nos permitía alcanzar la vista. Encontramos a la cumpleañera y la conversa fue típica, deseando felicidades y demás. Decidimos abrirnos hasta que nos topamos con un grupo de chicas de tres contra cuatro que éramos nosotros. Todos ya en la pista con sus respectivas parejas hacían lo suyo. Nos tomábamos fotos con ellas como amigos de antaño, todo por efecto alcohol. Uno de nosotros no tenía pareja y decidió bailar con la onomástica.

Pasaban los minutos en conversa y el grupo estaba hecho con nuevas integrantes. Roni, quien había terminado de mover el esqueleto con la cumpleañera se me acerca y me habla al oído.

-- El ex de L (cumpleañera) en pleno baile con ella, se la llevó y me ha dicho que no me le acerque porque dice que es su flaca.
-- Puta madre huevón, pero, ¿tú que le dijiste?
-- Que nada, que somos amigos del colegio y nada más.
-- Ya, ya… No te hagas roche y haz todo normal.
-- Nada huevón, que me busque y le saco la conchesumadre.

En esa noche quienes estaban más que picados era Jason quien bailaba con cuatro chicas a la vez y Paul que se resbaló luego de darle propina al barman y embarró la camisa de apariencia homosexual. Roni y yo éramos los más razonables. Fue entonces que después de levantar a Paul de su desgracia caída, Roni se me acerca otra vez diciéndome: Ahora si le saco la puta madre.

Lo sigo, a paso firme y busca al ex empujándolo. En ese instante pensé además de ser tres de la mañana y temprano aún, vendrían los de seguridad a sacarlo y a nosotros por ser amigos de él. Llegan un par de mastodontes al lugar de la riña, lo levantan y sacan hasta la puerta. Ya no quedaba otra, era hora de retirarse y buscar a Jason, que de paso estaría más perdido que Marco en busca de su vieja y Paul limpiándose como niño que aprende a dar sus primeros pasos.

Salimos a alcanzar a Roni, cuando detrás de nosotros también salía L con su ex, y para colmo abrazados, junto con su grupo de siete puntas, todos hombres excepto una. Sabía lo que vendría, estábamos en desventaja y era hora de preparase y prendí un cigarro mientras Paul compraba una galleta en la tía de afuera. (Jason estaba más mamado que contarlo era demás porque estorbaría).

Veo el espectáculo corto que dará Roni para buscarle la bronca. Se le acerca y lo empuja sin ascos. Miro rápido a Paul con fin de darle señas y me acerco a la mecha metiéndole un puñete en la cara al ex hasta verlo caer. Ya en el suelo es cuestión de que no se levante y darle todo lo que se pueda para que no se atreva a meterse con quienes no deben. Nunca se metieron los seis tipos que andaban en el grupo del ex de mi amiga, ¿maricones o diplomáticos?.

Me levanta en peso un policía, nos separa y me llevan al patrullero. Ya con fines de que no nos detengan y nos cagen más la noche, la única forma es meterle letra al tombo o darle propinón. Optamos por lo primero. Ya caminando por la avenida Larco, me cuentan que mientras yo estaba con el ex en el suelo, Roni y Paul repartieron unos regalitos pues pensaban que su cara era un balón de fútbol y estaban entrenando a darle mejor a la pelota. Imaginaría como hubiera sido una pelea entre mujeres, o acaso, ¿ellas no se jalan de los cabellos y se arañan como gatitas fieras?.

En todo caso, por cual que sea, acaso uno no siempre tiende a meterse en líos que no sea suyos por defender al amigo quien conoces desde que se comía los mocos, se orinaba en el salón del colegio y anda contigo en las buenas y malas de tu vida, cuando te ves cagado por terminar una relación sentimental y chupar contigo hasta dormir donde sea, ellos son aquellos que siempre estarán ahí.

(1) De izq. a der. Roni, yo (implicados) y Miguel (no estuvo el día de los hechos).

(2) Google.com