6/4/11

Conocerme - Conocerte

Me acaba de pasar algo hace un más de un par de horas.

Estaba viniéndome de San Isidro en la ruta Javier Prado – La Marina, apunto de bajarme en Sucre, cuando me levanté del asiento cuatro cuadras antes para avanzar hacia la puerta de la couster y sentí que alguien me miraba.

Miro hacia la derecha y sus ojos estaban ahí, apuntando a los míos como dardos. No le quité la mirada y ella fijó los suyos hacia la ventana. Me volví hacia mí y volteé antes de bajar, me volvió a mirar.

¡Baja Sucre!, y me di cuenta que ella también bajaba en ese paradero. Dejé que bajara antes que yo por caballerosidad aunque yo estaba estuve al lado de la puerta.

Me acomodé los audífonos caminando atrás de ella para detenerme en el paradero y tomar el siguiente bus hacia mi casa, y ella se detuvo también ahí. Era obvio que también tomaría mi ruta.

En esa esquina se acomodaba sus largos cabellos castaños y miraba hacia atrás, hacia mí; relajadamente. Y mi curiosidad por conocerla aumentó pero no sabía cómo. Seguía escuchando a Incubus.

Al tercer bus que vino vacío subimos, nos sentamos al fondo y ella delante de mí.

Me preguntaba por qué el juego de miradas y que era el único momento de intentar algo para conocerla.

Pasaban las cuadras y tenía que bajarme. Partí la única y fea hojita de un voucher y le escribí.

Me levanté, le toque el brazo, volteó, me miró y le di la hojita. Me bajé del bus y prendí un cigarrillo.

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